
Los goles tardíos son una cosa muy especial, más aún si resultan decisivos. Esto fue exactamente lo que significó aquel tanto de Thomas Lunke el 19 de abril del 2000 en el tercer minuto del tiempo añadido. Su cabezazo certificó la victoria por 2-1 ante el Oporto y el subcampeón del año anterior se clasificó así a las semifinales de la Liga de Campeones. Su gol supuso la coronación a un partido loco.
Sérgio pone al Bayern en ventaja

El Bayern de Múnich tuvo que encarar la vuelta de los cuartos de final contra el campeón portugués con un equipo plagado de bajas. Steffan Effenberg y Bixente Lizarazu, por ejemplo, fueron algunas de ellas. Inesperadamente, el equipo de Ottmar Hitzfeld tuvo un arraque de partido fantástico y se puso por delante a través de Paulo Sérgio a los quince minutos. El brasileño ya había marcado en el partido de ida (1-1) un gol importante de cara a la vuelta en Múnich.
El recuerdo de la "madre de todas las derrotas" seguía vigente

El Bayern controló el partido y pudo confiar cuando era necesario en Oliver Kahn. Sin embargo, en el minuto 90 no pudo hacer nada: Tras un centro desde el centro, Jardel cabeceó a la red el balón. El enfado por una más que previsible prórroga era enorme y empezaron a aflorar los recuerdos de la amarga derrota del año anterior contra el Manchester United en la final. Pero el Bayern se fue con todo arriba.
Linke: de desgraciado a héreo

En el minuto 93, el árbitro Hugh Dallas decretó una falta en la banda derecha. Mehmet Scholl agarró la pelota y le mandó al corazón del área, donde se encontraba un Linke que pudo cabecear a gol. ¡Precisamente Linke! El central perdió unos minutos antes el duelo aéreo con Jardel, aunque pudo resarcirse de su error. La alegría fue inmensa y el defensa se convirtió en el héroe del día.

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