Con la construcción del Allianz Arena, el Bayern de Múnich ha conseguido algo único: Los 340 millones de inversión se pegaron hace mucho tiempo. La pelota rueda desde hace quince años en este estadio. La revista "51" repasa los comienzos de este faraónico proyecto.
Era una auténtica sensación. Uli Hoeneß ya se había informado previamente antes de la reunión, aunque también fue para no escuchar nada que no tuviera demasiado sentido. Una reunión así como la que quería tener el mánager del FC Bayern se podía conseguir, con suerte, tras un año de espera y, en su caso, tal y como se le afirmó en confianza en las reuniones previas, la suya transcurriría de esta manera: Fue recibido de forma cortés, recibió un café y estuvo un periodo de 15 minutos. Entonces, le dirían "Gracias, lo hablaremos y nos comunicaremos con usted". Y en 14 días recibiría una negativa. Pero la historia acabó siendo totalmente diferente.
Beckenbauer rompe el hielo
Cuando Hoeneß propuso en los pasillos de Allianz cerrar un acuerdo de colaboración para la costrucción de un estadio de fútbol, era consciente de que no iba a encontrarse en la oficinal director general Henning Schulte-Noelle con un gran aficionado del fútbol. Pero estaba de buen humor ese día, Hoeneß estaba muy bien preparado y, además, lleva a Franz Beckenbauer. El "Kaiser", gracias a su inimitable forma de ser, provocó desde el principio que reinara la tranquilidad. "Señores", fue su apertura de discurso en aquel privilegiado círculo. "Todos ustedes pueden estar contentos de que yo me haya convertido en futbolista". Cuando miró las estupefactas caras, completó la oración: "Aquí tomé mis primeras lecciones. Y, si me hubiera quedado, ahora estaría sentadn en alguna de sus sillas".
El sueño del estadio, más cerca que nunca
Tras esa encantadora introducción, la reunión no tardó esos 15 minutos que se pronosticaban, más bien varias horas. Y, al final, la plantilla se quedó impresionada cuando el director general acompañó en persona a Hoeneß y Beckenbauer desde la quinta planta a la salida. "Pasé muchas noches sin dormir por este estadio", comenta Hoeneß. "Le puse mucha sangre. Pero, después de ese día, supe que el Gran Hermano nos estába ayudando. Íbamos a a hacer posible el gran sueño de nuestros aficionados".
Ninguna reforma en el Estadio Olímpico
"Fue un parto difícil", recuerda Karl-Heinz Rummenigge, "Sin cesárea, pero de ahí ha salido un chaval grandioso". El director general recuerda exactamente el día en el que fue a visitar a Günter Behnisch, el arquitecto del complejo Olímpico, por una posible remodelación. "Se levantó y echó un vistazo al estadio. Tras un rato, le pregunté: "¿Qué esta haciendo?" Dijo que una remodelación no era una opción. Con este veto, el camino para construir un estadio propio estaba preparado".
Testlauf mit Legenden-Derby
Tres años después, rodó el primer balón en el Allianz Arena. El 19 de mayo de 2005 acudieron 30.000 espectadores, lleno total, ya que no se permitía la entrada de más por ser una prueba. Pero, sobre el césped, estaban los equipos de las leyendas del Bayern y el TSV 1860, los dos clubes que compartían el estadio. "Fue increíble, una grada roja y la otra azul, se te ponia la piel de gallina", recuerda Peter Pacult. "Para nosotros no fue un partido de veteranos en los que solo se trataba de divertir a los espectadores. Había más seriedad. Ya en el vestuario estaba claro. Hoy, perder está prohibido".
Una derrota dolorosa para el FCB
El primer goleador, de hecho, fue Pacult, del 1860. Un pase diagonal de Bernhard Trares, él lo paró con el pecho "y entonces rematé con fuerza", cuenta el austriaco. "Después, el Bayern remontó, Rummenigge con su hermano Michael, Wiggerl Kögl por las bandas, Hansi Flick cogía todos los balones, pero Lothar Matthäus falló un penalti. Al final, ganamos 3-2". Rummenigge se lo tomó con humor "Por lo menos, el 1860 pudo ganarnos en este estadio una vez. Tuvo menos que ver la calidad, ya que el once de más renombre lo teníamos nosotros, pero los Leones eran de otra generación, de media eran 10 años más jóvenes".
Un nuevo templo del fútbol en Múnich
Para el actual director general, el resultado de ese partido era lo de menos. "Ese día, todos estábamos tan orgullosos... Y yo estaba ahí abajo, en el césped. Yo tenía 49 años y pensé: Si ahora pudiera empezar mi carrera una vez más, este sería el perfecto sueño de mi vida". Con el Allianz Arena, el FC Bayern "entró en una nueva liga", opina Rummenigge. "En los ochenta y noventa, siempre habíamos admirado mucho a Milán, Madrid y Manchester por sus estadios. Ahora, nosotros teníamos nuestro propio templo del fútbol. Es un hito".
Una gran apertura contra la selección nacional
El partido de inauguración oficial fue entre el Bayern y la selección alemana, encuentro que Sebastian Deisler jugó con la camiseta muniquesa. Herbert Hainer viajó especialmente para ese partido desde Londres. El actual presidente era en aquel entonces el jefe de Adidas y fue uno de los impulsores para la construcción del estadio. "Tuvimos muchas reuniones hasta altas horas de la noche, así es cómo nos involucramos como accionistas", explica. "Básicamente, construimos un salón para el club y los aficionados, un lugar en el que, sencillamente, te sientes a gusto".
Roy Makaay debuta con gol
El primer gol del Bayern en partido oficial lo anotó Roy Makaay el 26 de julio de 2005 en las semifinales de la Copa de la Liga (antigua Supercopa de Alemania) contra el VfB Stuttgart. Bastian Schweinsteiger centra, el holandés remata desde once metros y a Timo Hildebran se le escurre el balón entre las piernas. "Un gol bonito", dice el holandés guiándo el ojo. "No fue nuestro día. Fallé un penalti y perdimos 1-2". A Makaay le encantó el estadio desde el primer día, "a pesar de que el Olímpico también tenía su encanto. A mi siempre me ha gustado cómo los aficionados atravesaban el parque para ir al estadio, lo podíamos ver desde el autobús. No obstante, el Allianz Arena "se fue poniendo más bello continuamente: Más grande, a la vez que era más estrecho y ruidoso, fue una cambio para nnosotros los jugadores. Creo que siempre es difícil, cuando un club cambia el estadio, llevarse la identidad de los aficionados. Pero esta sensación aquí incluso se potenció".
El orgullo del FC Bayern
A Hoeneß no le queda más remedio que reírse cuando se acuerda de su frase de que iba a desflilar por el estadio cuando el 1860 se mudara. Esas cosas había "también había que verlas con un guiño", explica. "Nunca he sido un enemigo del 1860. Pero siempre han considerado al Allianz como una carga cuando, en realidad, es una mina de oro. En la apertira, estaba orgulloso como un padre". Hay que agradecerle hoy en día a Franz Beckenbuer que trajera el Mundial de 2006 a Alemania. "Sino, nunca nos habrían aprobado construir este estadio".
De ser una "rueda de coche" a monumento de la ciudad de Múnich
Cinco modelos fueron las escasas propuestas. En un modelo de Herzog&de Meuron, Hoeneß pensó en primer lugar: "¿Qué es esta rueda de coche?" Hoy, está contento por haberse decantado por esa opción. "El concepto es genial, el Allianz Arena es un bellísimo monumento decorativo de la ciudad". Cuando antes de un partido sube por las escaleras mecánicas, "siempre pienso: Este estadio es una obra maestra. Tras 15 años, todavía parece que se estrenó ayer. No hay un estadio mejor en el mundo". En el fondo, ya era toda una sensación desde antes del primer pitido del árbitro.