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Ambidiestro y siempre con los dos pies en el suelo

Es una situación difícil de imaginar: penalti en un partido de la Copa Mundial. La presión de toda una nación futbolística está sobre ti, millones de personas de todo el mundo te miran a los pies... en el caso de Andreas Brehme, el mundo se hacía una pregunta: bueno, ¿a qué pie deberíamos mirar realmente ahora? Para los desafortunados porteros, esto suponía normalmente un gran dilema. Andreas Brehme transformó un penalti con la izquierda en los cuartos de final de la Copa Mundial de 1986 contra México. Cuatro años más tarde, en la reñidísima final del Mundial contra Argentina en Roma, convirtió el penalti con la derecha. Alemania se proclamó campeona del mundo. Porque Brehme siempre mantuvo la calma y podía elegir cómo quería alcanzar el éxito. Uno de los mejores futbolistas alemanes de la historia, tanto por la derecha como por la izquierda.

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Brehme no sólo era capaz de chutar con los dos pies como pocos, sino que siempre tenía los dos pies bien plantados en el suelo. Siempre leal, siempre comprometido con el equipo, siempre sin complicaciones. Siempre describió con calma su gol más importante, y lo que más se le queda grabado de aquellos minutos de la final del Mundial de 1990 es cómo los argentinos se limitaron a apartar varias veces el balón para desestabilizarle, mientras su Rudi Völler se le acercaba y le decía: "Métela ahora y seremos campeones del mundo". Brehme siempre ha contado fríamente lo que le dijo entonces a su compañero de equipo: "Muchas gracias, le dije, lo tendré en cuenta". 

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El gol de oro del título: Andreas Brehme marca el gol del triunfo por 1-0 en la final del Mundial celebrado en Roma.

Nacido en Hamburgo, llegó al FC Bayern procedente del 1. FC Kaiserslautern en 1986. "Por aquel entonces, estaba claro: si quieres ser campeón, tienes que ir a Múnich", declaró hace tres años, en noviembre, en una entrevista concedida a la revista para socios del FC Bayern "51" con motivo de su 60 cumpleaños. Su entonces compañero en la DFB, Karl-Heinz Rummenigge, lo llevó a casa del entrenador Uli Hoeneß durante un partido internacional en Múnich ("está a un paso"), donde rápidamente acordaron un contrato. A Brehme no le importaba el dinero, estaba decidido a unirse a los Rojos. Estaba "orgulloso y feliz de haber podido jugar en este gran club", declaró en su entrevista de cumpleaños. "Fue una gran experiencia para mí".

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Brehme junto a sus compañeros del Bayern, Lothar Matthäus y Helmut Winklhofer.

Brehme ganó dos veces la Supercopa de Alemania y un campeonato alemán en Múnich, y en 1987 llegaron juntos a la final de la Copa de Europa en Viena, que desgraciadamente perdieron ante el Oporto. Disputó 80 partidos con la camiseta del campeón récord alemán, anotando ocho goles como lateral izquierdo. Se formó a las órdenes de Udo Lattek y Jupp Heynckes y jugó junto a Matthäus, Jean-Marie Pfaff, Klaus Augenthaler, Hans Pflügler, Hansi Flick, Dieter Hoeneß y Roland Wohlfarth. Junto a Paul Breitner, sigue estando considerado como uno de los mejores jugadores de la historia que han defendido, trabajado y potenciado la banda izquierda.

En 1988, junto a Lothar Matthäus, fichó por el Inter de Milán, de la Serie A, la mejor liga del mundo en aquella época, e hizo historia en Italia, en muchos sentidos. En su primera temporada, fue elegido mejor extranjero de la liga, a pesar de la presencia de Diego Armando Maradona y Matthäus. El Inter ganó la liga, la Supercopa y la Copa de la UEFA, y después llegó el Mundial, que fue casi como un Mundial en casa para los futbolistas alemanes de la Serie A; la selección alemana jugó la mayoría de los partidos en el estadio milanés de San Siro; Matthäus, Brehme y Jürgen Klinsmann conocían cada hoja de hierba. Y de esta forma, el camino hacia el título condujo hasta Roma.

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En 1988, Brehme y Matthäus se marcharon al Inter de Milán, en Italia.

Andreas Brehme siempre asumía la responsabilidad, se podía confiar en él. Así ocurrió también en el penalti de la final de Roma, cuando sustituyó a Matthäus, que no pudo lanzar por tener dañada la bota. Además de sus éxitos deportivos, se caracterizaba por estar siempre a disposición de todos. Fue condecorado con la Hoja de Laurel de Plata e ingresó en el Salón de la Fama del Fútbol Alemán en 2018.

Hay una anécdota anterior al Mundial de 1990 que dice mucho de las excepcionales cualidades futbolísticas de Andreas Brehme. Por aquel entonces, la selección de Alemania estaba realizando una concentración en el lago Tegernsee, y un partido se convirtió en un ritual en el que había que mantener el balón en el aire sin cometer errores o el equipo quedaba eliminado. El seleccionador Franz Beckenbauer también participaba, y sólo había un jugador que conservase el balón más tiempo que el "Káiser" en este partidillo: Brehme, que podía controlar el balón igual de bien con la izquierda que con la derecha.

Brehme mantenía una profunda amistad con Beckenbauer. En el funeral del "Káiser", en enero, su compañero durante tantos años estuvo naturalmente entre los invitados en el Allianz Arena. Es reconfortante pensar que ambos vuelven a pasarse el balón, en las más altas esferas.

Ilustración: Cristiano Siqueira / Crisvector

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