Algunos de los niños vinieron sin botas de fútbol, pero la «FC Bayern Futsal Academy» donó 125 pares. Así que primero se las prueban y luego preguntan tímidamente cuánto cuestan. La respuesta, «nada», les hace sonreír, y ya empiezan a jugar, aquí, en un campo de fútbol en medio de los bloques de pisos de Charlotte. Como nadie tiene tiempo de llevar a los niños al entrenamiento, éste se celebra en la puerta de su casa. Un total de 50 chicos y chicas escuchan las explicaciones de los entrenadores del programa juvenil del FC Bayern. Los campeones alemanes apoyan el «Proyecto 658», que se dedica a ayudar a refugiados e inmigrantes ofreciéndoles servicios educativos y de otro tipo.
Los padres de los niños de ocho a catorce años a menudo tienen que trabajar varios turnos para mantener a sus familias, y el fútbol ofrece a una organización como el «Proyecto 658» una mejor oportunidad de llegar a las familias para apoyarlas y facilitar su integración. Es un gran honor participar hoy en esta inspiradora iniciativa, afirma el Profesor Dr. Dieter Mayer, vicepresidente 1º del FC Bayern, en un discurso pronunciado durante su visita: «El FC Bayern es conocido como uno de los clubes más grandes del mundo, pero por encima de todo es y siempre ha sido: un club para las personas». El fútbol es más que un juego, continuó Mayer, «une a la gente, tiende puentes, fomenta el sentimiento de comunidad y unión. Por eso, como club, siempre intentamos transmitir nuestros valores a la sociedad».
A lo largo de la mañana, los niños se muestran cada vez más despiertos y pierden toda su timidez. El pequeño «TJ» incluso se cuela entre los medios que acompañan la actividad y pregunta si puede hacer él mismo algunas fotos. Por supuesto que puede. Después de unas cuantas fotos, devuelve la cámara y vuelve corriendo al campo. Cuando al final se pregunta a todos los niños quién ganará el Mundial de Clubes en Estados Unidos, la respuesta resuena unánime entre los rascacielos con la fuerza de un coro infantil: «¡El FC Bayern!». Por la tarde, todos asistieron juntos al partido contra el Benfica — el cierre perfecto para un día muy especial marcado por el intercambio con el campeón alemán.
Estas actividades nos recuerdan «que el fútbol es un poderoso motor de integración social: da a los niños y a las familias la oportunidad de hacerse ver y les anima a formar parte de un equipo, sea cual sea su procedencia», resumió el vicepresidente Mayer. Su llamamiento final: «Recordemos siempre que una comunidad se basa en el respeto y la unión, y en la voluntad de apoyarnos siempre los unos a los otros».
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