Logo FC Bayern München

Noticias

Logo Telekom
© Andrea Arevalo

Visitamos a Javi Martínez – ¡Todo un honor, Javi!

Idílico es quedarse corto para describir el hogar de Javi Martínez. Quien lo visita en Ayegui, su pueblo natal, debe estar listo para la aventura. En la revista oficial del FC Bayern «51»Javi nos muestra cómo lo marcó su tierra —y por qué Múnich se convirtió en su segundo hogar.

Siempre Ayegui

A la cita en el corazón del pueblo, Javi llega en Vespa. Ayegui es pequeño, las calles son estrechas y las casas relucen en dorado bajo el sol. Todo transmite cercanía y orden. Aquí creció Javi. De niño, cuenta, el pueblo era la mitad de lo que es hoy. Pero no le sorprende su crecimiento. «Quien viene a Ayegui, se queda», afirma. Él mismo no puede evitar volver una y otra vez. En realidad se fue hace 19 años: primero a Bilbao, luego a Múnich, después a Doha. Pero cada vez que tiene unos días libres, como ahora a principios de julio, regresa a casa. «La gente aquí me conoce desde pequeño. En Ayegui no soy el futbolista, soy simplemente Javi. Por eso me encanta vivir aquí».

Collage: la plaza de Ayegui y Javi Martínez en la fuente de vino.

A pie, Javi nos lleva hasta la iglesia de San Martín, la pequeña parroquia en el centro del pueblo. Justo al lado hay una plaza empedrada, con el escudo de Ayegui incrustado en el suelo: dos cañones cruzados bajo una corona. «Mi primer Allianz Arena», bromea Javi con una sonrisa. De niño, jugaba allí todos los días. Calcula que habrá disputado unos mil partidos. Golpea con cariño una reja de hierro que cierra la entrada al despacho parroquial. «Esto era una portería». En esta plaza de piedra, dice, es donde se aprende «el fútbol de verdad». Señala su rodilla izquierda: «Estas cicatrices son de aquí». Ya desde pequeño, Javi no rehuía ningún choque, aceptaba las rodillas raspadas con tal de ganar. Y el camino de vuelta a casa nunca era largo. Señala hacia la carretera principal, que pasa justo por debajo del campo. Al otro lado de la calle, un cartel de varios metros dice «Martínez». Allí vive su tía. Y justo detrás, asoma la fachada naranja de la casa donde creció.

La gente de aquí me conoce desde que era niño. En Ayegui no soy el futbolista, soy simplemente Javi.

Javi Martínez

Por el primer campo de fútbol de Javi pasa el Camino de Santiago. No es raro ver peregrinos cargando mochilas pesadas. Hace apenas una semana, uno se desvió sin querer. «Le enseñé el camino correcto y caminé un tramo con él», cuenta Javi. En Ayegui es así: la gente se ayuda, se apoya, se implica. Valores como estos son fundamentales para él. «Los valores con los que crecí quiero transmitírselos a mis hijos». Hoy, en casa de los Martínez ya son seis: Javi, su mujer Aline y cuatro niños. Hace solo diez meses llegaron los mellizos. La familia vive en las afueras del pueblo, en una casa que construyeron hace unos años. En el jardín, los dos mayores se lanzan al agua del pequeño piscina. Al fondo, se extiende un campo de fútbol. «Aquí juego con mi hijo o con amigos», dice Javi. Para mantenerse en forma, tiene también un pabellón deportivo y un gimnasio en casa. De hecho, asegura que toda la zona es un paraíso del deporte: correr, montar en bici, hacer senderismo… opciones no faltan para moverse. Desde su terraza se ven campos y colinas. Se oyen los pájaros. Y justo entonces, entra su madre por la puerta del jardín con un grupo de perros. Lleva puesta una camiseta del FC Bayern.

La máquina de títulos de Múnich

Cuatro años después de su salida de Múnich, el FC Bayern sigue muy presente en casa de Javi. Detrás de la puerta principal está sentado Berni, la mascota del club. También conserva fotos y regalos de peñas. Los trofeos están arriba: la Copa del Mundo, la Champions, la Supercopa de la UEFA… «Recuerdos bonitos», dice. Toma una ensaladera de campeón y esta resuena al golpear: se rompió durante la mudanza. En sus nueve años en Múnich, Javi ganó la increíble cifra de 23 títulos. «Tuve la suerte de formar parte del mejor Bayern de todos los tiempos», asegura. «Entrábamos al campo sabiendo que íbamos a ganar. Éramos una máquina».

Javi Martínez, sentado en la cima del Montejurra, contempla su pueblo natal, Ayegui.
En la cima del Montejurra, Javi disfruta del silencio y la soledad… mientras contempla, desde lo alto, su pueblo natal. | © Andrea Arevalo

Javi llegó al FC Bayern en 2012, poco antes de cumplir 24 años. En realidad, el Athletic Club no quería dejarlo marchar. Pero como el Bayern pagó la cláusula de rescisión estipulada en su contrato, el club vasco no pudo retenerlo. Fueron 40 millones de euros: una cifra enorme, un traspaso récord para el Bayern… y por un jugador defensivo. Para Javi, fue la realización de un sueño. «Crecí viendo a Effenberg, Élber, Matthäus. En 1999 vi a Kuffour llorando en Barcelona. Cuando surgió la posibilidad de fichar por el Bayern, no lo dudé ni un segundo».

Las conversaciones con el entonces entrenador del Bayern terminaron de convencerlo. «Jupp Heynckes me dijo que yo era justo el jugador que el equipo necesitaba para ganar la Champions», recuerda. Hasta el día de hoy, Javi le está agradecido por haber apostado tan fuerte por él… y por haberlo protegido ante las enormes expectativas que generó su fichaje. «Cuando cuestas 40 millones, la gente quiere resultados inmediatos. Pero Jupp me dio tiempo y paciencia para alcanzar mi mejor forma». Como «aspiradora» en el mediocampo defensivo, no tardó en darle al equipo el equilibrio y la estabilidad que necesitaba.

Javi Martínez sostiene en brazos un peluche de Berni, la mascota del FC Bayern.
En casa de los Martínez, Berni da la bienvenida a los visitantes. Como peluche, es uno de los favoritos de los niños. | © FC Bayern

Ya en su primera temporada con el Bayern, Javi conquistó el triplete… y fue recibido en Ayegui por todo lo alto. «Todo el pueblo salió a la calle. Mi familia, mis amigos, todos. Fue muy emocionante», recuerda. Poco después, sumó otro título: la Supercopa de la UEFA. Ante el Chelsea, marcó de cabeza el 2-2 en el tiempo añadido de la prórroga. En la tanda de penaltis, el Bayern se impuso. «Fue la primera vez que el Bayern ganó ese trofeo. Ni siquiera grandes como Effenberg lo consiguieron», destaca. En 2020 repitió la hazaña: esta vez, su cabezazo en la prórroga ante el Sevilla fue el 2-1 definitivo.

Segundo hogar: Baviera

¿Por qué encajó tan bien en Múnich un chico de Navarra? Para Javi, la respuesta es sencilla: «En Múnich me sentí como en Ayegui». No importaba que Múnich fuese muchísimo más grande que su pueblo. Ni que existiera una barrera idiomática. Al final, todo se resume en una sensación: la de pertenencia. Y Javi la tuvo en Múnich. «Siempre lo he dicho: Navarra es como Baviera. La gente es parecida, cercana. El clima también, en Ayegui puede hacer mucho frío. Y algunos días, desde allí se ven los Pirineos… igual que se ven los Alpes en Múnich».

Javi Martínez está sentado junto a la piscina en su jardín.
Un chapuzón bienvenido: después de hacer deporte, a Javi le encanta saltar a la piscina. Y sus hijos, más aún. | © Andrea Arevalo

Pero, claro, no todo fueron días soleados durante sus nueve años en el FC Bayern. Nunca volvió a jugar tantos partidos (43) como en su primera temporada. Las lesiones lo frenaron una y otra vez: ligamento cruzado, tendón rotuliano, menisco, desgarros musculares, la ingle… Pocas partes del cuerpo se libraron. Incluso llegó a fracturarse la clavícula. Pero Javi es un luchador. Siempre volvió. Un pilar clave en su camino fueron tres amigos que se llevó consigo desde casa a Múnich. Gracias a ellos, siempre tuvo cerca rostros familiares, personas de confianza que estaban ahí para él. Un pequeño Ayegui en Múnich. «Me ayudaron muchísimo», asegura Javi.

El Javi más personal

Javi mantiene vivas sus amistades de la infancia. Hoy tiene cita para jugar al pádel con tres amigos. Pasa a toda velocidad por el antiguo monasterio, donde los peregrinos del Camino pueden refrescarse en una fuente de vino («No está nada mal», comenta), y también por el Campo Javi Martínez. El campo del club local lleva su nombre desde hace unos años. Justo al lado está el pabellón con pistas de pádel. «El pádel es simplemente divertido», dice, mientras saluda a Iván Iliberri. «Nos conocemos desde que tenía cinco o seis años», cuenta Javi con una sonrisa. «Iván era un pillo. Siempre intentaba robarnos el balón». Hoy forman pareja en el dobles. «Javi no ha cambiado nada», afirma Iván. «Podría vivir en Miami o donde quisiera, pero siempre vuelve a Ayegui. Eso dice mucho de cómo es él como persona».

Javi Martínez está sentado riendo con su familia en un sofá.
Tiempo en familia: Cuatro hijos y varios perros mantienen ocupados a Javi y su esposa Aline. | © Andrea Arevalo

También hoy, Javi no puede evitar volver de vez en cuando a Múnich, como hace unas semanas para la final de la Champions League. «Cada vez que estoy en Múnich, es una sensación muy bonita», dice. En 2021 no pudo despedirse adecuadamente de los aficionados debido a la pandemia. «Fue raro, triste», confiesa. Pero su capítulo con Múnich aún no está cerrado. Está convencido de que volverá algún día. «Mi mujer también dice siempre que le gustaría volver a vivir unos años más en Múnich. Fuimos muy felices allí».

Últimamente, muchas cosas giran en torno al futuro de Javi. A principios de septiembre cumplirá 37 años y quizás la temporada pasada fue realmente la última. Está valorando si continuar un año más o colgar las botas. Físicamente se siente en plena forma, asegura, pero su mente le pide «un poco de libertad». Su futuro, eso sí, lo ve dentro del fútbol. Acaba de comenzar el curso de entrenador, aunque no descarta una vía más orientada a la gestión. «Primero tengo que descubrir qué quiero», dice. Su mirada se dirige hacia el Montejurra. Quizá alguna excursión más hasta allí le ayude a aclarar las ideas.

Tres semanas después de nuestra visita, Javi tomó una decisión: seguirá jugando, en el Al-Bidda SC de la segunda división catarí. ¡Todo lo mejor, Javi!

Este texto ha sido publicado en la edición actual de la revista para socios «51».

Comparte este artículo

Noticias relacionadas