¿Qué crees que les dijo Cesare Prandelli a sus jugadores en el descanso de esta fría tarde de finales de invierno? Tal vez: "¡Está tirando con la izquierda! ¡Tenéis que tener cuidado con eso! ¡Con la izquierda!" Una y otra vez. 9 de marzo de 2010, octavos de final de la Champions League, partido de vuelta. El FC Bayern ganó 2-1 en la ida. "Intentará pillarte con la izquierda", podría haber predicado Prandelli a sus defensas. "Correrá hacia vosotros con velocidad y luego pondrá el balón en su pie izquierdo, hará una diagonal hacia dentro y buscará el remate. No le dejéis disparar". Y los defensas probablemente pensaron: "Está bien, ¡conocemos esa jugada!". Sin embargo, es posible que sintieran inquietud, tal vez incluso un poco de miedo. Miedo a una acción que ningún defensa del mundo sabía cómo frenar.
Durante 20 años, Arjen Robben jugó en varios clubes. Conel Groningen y el PSV, el Real Madrid y el Chelsea. Y con el FC Bayern Múnich, donde pasó los diez mejores años de su carrera. En las dos décadas que duró su carrera, Robben sufrió altibajos. Entre lesiones y su mejor estado de forma, entre los goles logrados y las finales perdidas, su trayectoria fue como una montaña rusa. Con una constante: el sprint por la banda derecha, el amague con el cuerpo, el movimiento rápido buscando el disparo con el pie izquierdo y el disparo al palo más lejano. Su jugada emblemática.
El centro del equipo
Este deslizamiento aparentemente ingrávido siempre ha formado parte de su caja de herramientas, "Le Robben" lo llaman los franceses con reverencia. Durante años, todo el mundo sabía lo que iba a pasar. El entrenador rival, los defensas, incluso los aficionados en las gradas. En el Allianz Arena, se ponían en pie prevenidos cuando Robben recibía el balón en la banda derecha.
Pero, ¿cómo puede funcionar una y otra vez un movimiento que todo el mundo sabe que va a llegar?
Sencillo pero eficaz
Volvemos a marzo de 2010, a la húmeda Florencia. Las cosas van bien para la Fiorentina tras el descanso. Después de una hora, el equipo de la Toscana va ganando 3-1. En el minuto 65, poco después del tercer gol de los italianos. Mark van Bommel ejectua un desplazamiento en largo a la banda derecha, a Arjen Robben. Juan Manuel Vargas, el lateral izquierdo, se prepara, pero parece nervioso. Esprinta enérgicamente hacia Robben, quiere bloquear su camino hasta la línea de fondo. Su compañero Felipe no aparece por ninguna parte.
¿Y Robben? Coloca el balón en su pie izquierdo con su segundo toque y avanza. Dos o tres pasos rápidos, Vargas no puede seguirle el ritmo. El centrocampista Cristiano Zanetti intenta ayudar, pero un amago es suficiente y Robben le supera. Un último contacto con el balón y dispara desde unos 25 metros de distancia. Vargas sólo puede ver cómo el balón vuela hacia la portería y se estrella en la esquina superior derecha. 3-2, el resultado final. Gana la Fiorentina, pero el Bayern está en cuartos de final gracias a los goles fuera de casa y al golazo de Robben.
Arrancar en velocidad, hacer la diagonal hacia dentro, disparar al palo largo: nadie en el fútbol mundial domina esta jugada mejor que Robben. El gol contra la Fiorentina y "Le Robben" describen al Arjen Robben futbolista: su habilidad, su depurada técnica, su velocidad y su incondicional voluntad de ganar.
Por cierto, no es evidente que la opinión sobre el movimiento característico de Robben sea tan positiva a día de hoy.
Se decía que sus llegadas a puerta eran demasiado previsibles, sobre todo en sus inicios en el Bayern. El "Frankfurter Allgemeine Zeitung" admiti ó que Robben podía emocionar al público con sus individualidades. Pero: "Robben no es alguien que busque los duelos y atraiga a los rivales hacia sí para crear espacios para los compañeros. Prefiere buscar su propia llegada. Así es como se hace impopular entre sus compañeros. Y previsible con los rivales". En aquella época, algunos aún le apodaban "Aleinikow" porque su juego era a veces demasiado reiterativo.
Pero era demasiado predecible, ¿en serio?
Toda prevención es inútil
¿Y qué dice el experto sobre el secreto de su propia jugada? "Lo más importante de la jugada es el ritmo y la sincronización", explicó Robben hace unos años. "Cuando el defensa se mueve, yo me muevo hacia dentro. Entonces es demasiado tarde para el defensa. El que decide siempre es el primero".
Como en el partido de vuelta de la Champions League contra el Barcelona en la temporada 2012/13. Robben corre hacia el defensa Adriano, que le deja demostrativamente vía libre hasta la línea de fondo. Como sabe lo que se le viene encima, intenta forzar a Robben hacia su pie derecho. Pero mientras el defensa da un paso al costado, Robben aprovecha el momento. Un toque con el pie izquierdo, su cadera se hunde y tiene espacio suficiente para disparar el balón al palo largo con la zurda. 0-1 para el Bayern.
Si se observa a Robben en su época de mayor esplendor, la jugada parece increíblemente simple. Sin embargo, ni siquiera los grandes laterales de su generación pudieron detenerlo. Ni Patrice Evra ni Ashley Cole, ni Jordi Alba ni Javier Zanetti. Ni siquiera Marcel Schmelzer, que tuvo que defenderse de Arjen Robben más a menudo que nadie. Eran los mejores en su campo. Habían estudiado material de vídeo durante horas, analizado cada movimiento y cada regate. Y aun así, Robben les superó. Como una desgracia que no se puede evitar a pesar de las mejores previsiones y una preparación ideal. Marcel Schmelzer declaró hace unos años al New York Times: "Detecta cuando le bloqueo el camino, y reacciona de inmediato. Eso es lo que le hace tan especial".
"Robben es un caballo de un solo truco", escribió el Daily Star británico, un caballo con un solo truco. "Pero el truco es tan bueno que casi siempre se lleva el premio". Además de la sincronización, otro elemento crucial para este truco era su increíble velocidad. Robben estaba entre los futbolistas más rápidos del mundo. En el Mundial de 2014, alcanzó una velocidad de 37 km/h durante un sprint en el partido de la fase de grupos contra España. Eso le seguiría situando hoy entre los diez primeros, por delante de Erling Haaland (36 km/h) y solo por detrás del líder Kylian Mbappé (38 km/h).
Variantes de la perfección
Sin embargo, el propio Robben atribuye otro factor al éxito de su movimiento: la variación. "Si nunca pasas o vas a la línea de fondo, entonces el movimiento de de fuera hacia dentro dejaría de funcionar en algún momento", dijo una vez en una entrevista. "Hacer lo mismo una y otra vez sin variación, no funciona". Y, después de todo, marcó muchos goles de forma diferente. Por ejemplo, su más famoso, el 2-1 en Wembley contra el Dortmund en la final de la Champions League 2013. Pero aquí también hay una relación con el golpeo. Como a tantos de sus rivales, pilla a Weidenfeller con el pie izquierdo. El guardameta ya no puede reaccionar y el balón le supera y se estrella con el fondo de la red.
Incluso la ciencia buscaba respuestas para la capacidad única de Robben de hacer que los jugadores se tambalearan en el espacio. En 2010, la científica holandesa Shanti Ganesh estudió los movimientos de Arjen Robben. Llegó a la conclusión de que Robben se mueve un poco más rápido de lo que el rival puede reaccionar conscientemente. El defensa, por muy talentoso que sea, sigue inconscientemente los engaños corporales de Robben incluso cuando en el fondo sabe que está siendo engañado.
En el tiempo que tarda el defensa en enmendar este error, Robben ya se ha ido. "El jugador aún puede corregir", dice Ganesh, "pero siempre llegará una fracción de segundo tarde". Y para cuando Schmelzer, Adriano o Evra miraban a su alrededor, el balón ya volaba hacia la portería. Todas las advertencias de los entrenadores, toda la preparación previa, no habían servido de nada una vez más.
En la tercera parte de la serie Inigualable, analizamos los pases mágicos de Franz Beckenbauer:
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