
Sus primeros pelotazos no fueron en campos ingleses o en academias españolas, sino en terrenos de arena en el sur de Senegal. Sin jueces de línea, sin camisetas, sin iluminación artificial. El primer estadio de Nicolas Jackson fue una calle polvorienta, y su pirmer sistema táctico era simple: correr detrás del balón hasta que alguien se rindiera. Allí mismo, en el calor sofocante de África Occidental, entre piedras a modo de postes y amigos como compañeros de juego, aprendió el arte de convertir el caos en creatividad. Para él, el fútbol callejero significaba libertad, valentía, espontaneidad. Hoy, cuando entra en el área, todavía se percibe ese deseo irrefrenable por lo inesperado, ese ansia por convertir cada acción en su momento.
Quien ve hoy a Nicolas Jackson entrar con velocidad en el área, reconoce en sus movimientos algo más que mera técnica. El juego de Jackson es el eco de una infancia en la que el fútbol no era un negocio, sino pura alegría de vivir. «Eso me ayudó mucho y me dio mucha libertad», recuerda. Esa libertad era su academia: sin entrenadores, sin libros de texto, solo observar, imitar, probar. En los partidos improvisados en las canchas de Ziguinchor se formó un delantero que, hasta hoy, se gana la vida rompiendo las reglas en lugar de seguirlas. El fútbol callejero le enseñó a encontrar una solución en cada momento. Hoy, en los grandes estadios de Europa, eso es precisamente lo que lo hace tan difícil de predecir.

Ahora, el delantero centro de 1,87 metros de altura se enfrenta a su próximo reto: el Allianz Arena. El FC Bayern incorpora a Jackson cedido un año por el FC Chelsea. Pero no es un delantero clásico que espera los centros en el área y solo marca goles. Jackson despliega su dinamismo desde zonas más retrasadas: de espaldas a la portería, protege el balón, fija al rival, pasa con un rápido contacto y supera el centro del campo con zancadas potentes y decididas. Este movimiento, su característico «as en la manga», refleja la esencia de su juego: directo, arriesgado, con una voluntad indomable. Su ADN de futbolista callejero está presente en cada sprint, en cada regate, siempre en busca del camino más rápido y directo hacia la portería.
Estilo de juego y puntos fuertes de Nicolas Jackson
Para que estas cualidades de juego se desarrollen con todo su potencial, Jackson necesita sobre todo una cosa: libertad de movimiento y espacios para desplegarse, para dejarse llevar, girar y salir disparado. Patrones de movimiento que se esperan en las bandas, no en el centro. No es casualidad que en el filial del Villarreal jugara a menudo en banda, hasta que el entrenador Miguel Álvarez se dio cuenta de que así desperdiciaba una de sus principales bazas. «El punto de inflexión llegó cuando cambiamos su posición», explicó al diario The Guardian. En la banda, Jackson estaba «demasiado lejos de las zonas en las que realmente puede hacer daño: los últimos 30 metros». Así que Álvarez lo colocó en el centro y allí, como segundo delantero, floreció.

El club de la costa este española fue solo la tercera etapa de su carrera: hasta entonces, Nicolas Jackson apenas había tenido contacto con el fútbol profesional. «Nunca jugué en un equipo juvenil», declaró en una ocasión a los medios del Chelsea FC. A los 16 años se mudó a Ziguinchor, en la región rural de Casamance, al sur de Senegal. Allí se puso por primera vez la camiseta del club local ASC Tilene, lo que supuso su entrada en el mundo del fútbol de clubes.
Traspaso a Europa: descubrimiento en el Villarreal
Su talento era evidente. Pronto se le abrió la puerta de la primera división senegalesa con el Casa Sport. En septiembre de 2019 dio el gran salto a Europa: el Villarreal fichó al entonces joven de 18 años. Con el cambio comenzó una realidad completamente nueva: un país extranjero, un nuevo idioma, comidas desconocidas. «No fue fácil. Pero estaba concentrado. Tenía mi sueño», recuerda Jackson.

Al principio entrenó con el equipo sub-16 del club español de primera división, pero le costó adaptarse. Al fin y al cabo, nunca había pasado por una academia de formación de jóvenes talentos. Sin embargo, su futuro entrenador, Miguel Álvarez, reconoció inmediatamente su extraordinario talento: Jackson era «de una clase superior» a sus compañeros, «un hombre entre niños». Pronto Álvarez lo llevó al segundo equipo, antes de que fuera cedido al Mirandés, de segunda división. Allí adquirió una importante experiencia antes de regresar al Villarreal, donde dio el siguiente paso en su desarrollo bajo la batuta de Unai Emery. Emery lo cambió de la posición de diez y de falso nueve a la de delantero centro. A partir de entonces, Jackson buscó con más frecuencia el área, esperó los pases en profundidad y aprendió a decidir los partidos como un nueve clásico.
Álvarez veía en él el prototipo del futbolista callejero: sin pulir, sin estructura, pero lleno de ideas. «A veces pienso que convertimos a los jugadores en robots», dijo el entrenador. No se puede programar cada detalle de los jugadores: en situaciones difíciles se necesita a aquellos que tienen algo especial. Eso era precisamente lo que aportaba Jackson: desparpajo, osadía, la capacidad de imponerse sin importar quién se le pusiera por delante.
Una racha increíble en el sprint final de la temporada
Su ascenso en el Villarreal no se hizo esperar. Tras su debut en octubre de 2021 contra el Betis, brilló en el filial y llevó al equipo casi en solitario a los play-offs de ascenso con sus goles y asistencias. En la temporada 2022/23 explotó definitivamente: doce goles y cuatro asistencias en 26 partidos de LaLiga, incluidos nueve goles en los últimos ocho partidos, un promedio que lo catapultó al foco de atención en España.

Con ello reveló una nueva faceta de su juego: la del ejecutor implacable. Cuando Jackson recibe el balón en el área, surge el peligro. A menudo basta con un movimiento rápido para deshacerse del rival, seguido de un remate contundente, preciso e impredecible. Su físico, su técnica y su visión de juego se combinan aquí en una mezcla peligrosa, que se completa con su gran presencia en el juego aéreo.
El camino personal: valor, riesgo y fe en el sueño
Era solo cuestión de tiempo que un club europeo de primer nivel llamara a su puerta. El Chelsea FC se hizo con los servicios del senegalés en verano de 2023. En su primera temporada, marcó 17 goles y dio seis asistencias en 44 partidos oficiales. Inolvidable fue la noche del derbi londinense contra el Tottenham Hotspur, cuando decidió el partido por sí solo con un hat-trick en los últimos minutos. A partir de ese momento quedó claro: Nicolas Jackson había dado el salto al fútbol de élite.
El camino hasta llegar allí no fue nada fácil. Desde muy temprano, asumió un riesgo que al principio decepcionó a sus padres: abandonó sus estudios para dedicarse por completo al fútbol. Para su familia, la educación era lo más importante, pero vieron que su hijo tenía una oportunidad única. El propio Jackson describe esta decisión como irrevocable: siempre quiso sacar el máximo partido a sus posibilidades, siempre creyó que podía lograrlo. Y esa fe, junto con la disciplina y una voluntad inquebrantable, le ha llevado hasta donde está hoy.
Su próximo capítulo comienza ahora en Múnich, en el FC Bayern. De nuevo un nuevo país, un idioma extranjero, un fútbol diferente... Pero Nicolas Jackson ya ha demostrado en numerosas ocasiones que es capaz de imponerse en cualquier lugar. Ya sea en los campos de arena de África Occidental o en el césped perfectamente cuidado de los mejores estadios de Europa, ya sea como veloz extremo o como potente delantero centro: siempre ha estado dispuesto a aceptar los retos y salir reforzado de ellos. Lo que le caracteriza es su inquebrantable fe en sí mismo, su insaciable ambición y su disposición a esforzarse más que los demás. La gratitud y la motivación son la base sobre la que rápidamente echa raíces allá donde va y, con determinación, valentía y energía, deja una huella imborrable.
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Te deseamos mucho éxito en Múnich, Nicolas.
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