Logo FC Bayern München

Noticias

Logo Telekom
© Imago Images

El «Ambry» en Florida: recuerdos de Gerd Müller por su 80º cumpleaños

El 3 de noviembre, Gerd Müller habría cumplido 80 años. Permanece inolvidable, tanto en Múnich como en Florida, donde en su día “se mullereaba” con los Fort Lauderdale Strikers. Con motivo de su cumpleaños, visitamos su antiguo restaurante, el «Ambry», y comprobamos que sigue muy presente al otro lado del Atlántico.

Hay una señal secreta: solo los iniciados la conocen. Cuando en Múnich suena el silbato inicial de la Champions League, en Fort Lauderdale aún es por la tarde, y el «Ambry» está cerrado. En teoría. Desde fuera, el local parece un pequeño castillo, y en realidad lo es: cuesta acceder a él. Pero quien conoce el código, puede entrar. Dentro, un grupo de aficionados del FC Bayern sigue a los «rojos» mientras persiguen el balón al otro lado del Atlántico. «Vemos todos los partidos», dice Hans Huber, el dueño, y su hermana Gaby añade: «Ya el día antes están aquí haciendo la alineación». En el «Ambry» el fútbol está en casa. Y eso se debe a Gerd Müller, que fue quien lo regentó en su día.

Con motivo de su cumpleaños, visitamos su antiguo restaurante, el «Ambry», y sentimos cómo sigue muy presente al otro lado del Atlántico. | © Imago

El restaurante en el sur de Florida es todo un museo del FC Bayern. Imágenes, fotos, carteles, banderines y bufandas cubren las paredes; el personal se abre paso con platos y bebidas entre vitrinas repletas de recuerdos: trofeos, jarras de cerveza y hasta una «Bota de Oro» del “Bombardero de la Nación”, uno de los objetos más fotografiados. Hans cuenta que aún tiene unas mil fotos en casa y armarios llenos de recuerdos. Pero el «Ambry» ya no da abasto. Ayer mismo regaló un banderín a un aficionado del Bayern: «Se lo lleva a Múnich, al museo de la Allianz Arena», explica Hans. «No sirve de nada que todas estas cosas cojan polvo en cajas».

El recuerdo cobra vida en cuanto uno entra en el «Ambry». Aquí no se acumula el polvo. Cuando a finales de los años 70 Gerd Müller dejó el FC Bayern para jugar en los Fort Lauderdale Strikers, hablaba tanto de Florida con su buen amigo Hans Huber padre —de cuyo matrimonio fue testigo— que, tras un viaje a Estados Unidos, Huber le dijo a su esposa y a sus dos hijos: «¡Hacemos las maletas y nos vamos con Gerd!». No se han arrepentido hasta hoy, aseguran los Huber. Llegaron entonces, literalmente, a un mundo nuevo, pero se adaptaron enseguida. Y en el «Ambry» —que significa “despensa”— crearon su propio rincón de hogar.

Hans Huber padre y su familia siguen gestionando el «Ambry» hasta hoy, y son rojos de corazón. | © Nicolas Green

Al principio, el local era una parrilla; luego pasaron a ofrecer platos alemanes y llegaron incluso a gestionar una pequeña carnicería. Uschi, la esposa de Gerd, solía ayudar en la cocina, y hasta hoy el asado de cerdo con ensalada de patata se sirve según su receta original: sigue siendo, como en tiempos de Gerd, el plato favorito de los clientes. El menú, decorado con rombos blancos y azules, da la bienvenida a los comensales desde 1981, según se lee en la primera página. A continuación aparecen los clásicos de la gastronomía alemana: desde el asado de cerdo hasta la bratwurst, la sopa gulasch, el geschnetzeltes o el sauerbraten. En la parte inferior, un recuadro recuerda preguntar por cerveza alemana. Antaño, las normas sobre tamaños de botella en Florida eran diferentes a las de Nueva York, cuenta entre risas Hans Huber padre: tenían que “contrabandear” la cerveza de trigo desde el norte.

Es jueves al mediodía, no precisamente hora punta, y aun así hay varias mesas ocupadas mientras el sol cae implacable afuera. Rob y Claudia han pedido schnitzel, su plato favorito, y conocen la carta como si la hubieran escrito ellos mismos. Durante el Mundial de 2014 vieron aquí el histórico 7-1 de Alemania a Brasil, y fue entonces cuando conocieron a Hans y Gaby. Desde entonces, pasan por el local dos o tres veces por semana. Celebraron allí la comunión de su hija y, cuando Rob —policía jubilado— se retiró, organizaron la fiesta también en el «Ambry»: «No se lo digas a los bomberos, pero había más invitados de los permitidos», confiesa entre risas.

Entraban cuarenta personas, se hacían fotos con Gerd, luego salían… y enseguida ya había otro autobús con otras cuarenta esperando en la puerta.

Hans Huber padre

Un pedazo de hogar en Florida

Rob nació en Florida, Claudia llegó desde Nicaragua cuando tenía dos años, y ambos han encontrado su hogar en el «Ambry». Cuando llevan a su hija al colegio, a dos calles de distancia, aprovechan para pasar por allí. Cuando juega el FC Bayern, se sientan con los emigrantes alemanes y viven los partidos con pasión. La semana pasada, en el colegio de su hija celebraron una “Spirit Week” con un “Día del uniforme deportivo”, cuenta Claudia: todos fueron con camisetas de los Florida Panthers, recientes bicampeones de la Stanley Cup de hockey hielo. Pero su hija llevó una del Bayern. «Está orgullosa de ello», dice Rob. El FCB deja huella.

Hans Huber padre también se ha puesto hoy su camiseta roja para recibir al equipo de la revista «51». Ya en Múnich, Gerd Müller solía visitar a Hans y su familia. Con el tiempo se corrió la voz de que la estrella del Bayern era habitual en casa de los Huber, y no pocas veces la gente se agolpaba frente a las ventanas, mientras Müller repartía autógrafos. «Siempre fue un buen tipo», recuerda su viejo amigo. «En Múnich, igual que aquí en Estados Unidos. Gerd —dice Hans Huber padre— siempre fue la misma persona. Sabía de dónde venía y que al fútbol le debía todo». Y aunque nunca le gustó ser el centro de atención y prefería que hablaran otros, en el «Ambry» buscaba siempre la conversación. Iba de mesa en mesa, firmaba autógrafos, posaba para fotos. Durante un tiempo, los autobuses turísticos hacían parada especial en el «Ambry» por él. «Entraban cuarenta personas, se hacían fotos con Gerd, luego salían… y enseguida ya había otro autobús con otras cuarenta en la puerta», recuerda Hans Huber padre. Müller atendía a todos con serenidad: «No había manera de sacarlo de su calma».

Su padre es socio del Bayern, por supuesto, cuenta Hans hijo. «Y tiene el número de socio 68», añade Gaby, visiblemente orgullosa. Por su aniversario de socio, el club lo invitó a Múnich; por su cumpleaños, siempre recibe una tarjeta del FC Bayern. Los Huber lo dicen con admiración: eso es el FC Bayern, «no se olvida de sus aficionados, aunque lleven décadas viviendo en Estados Unidos y estén lejos de Múnich». Cuando regresan a Alemania —a menudo coincidiendo con el Oktoberfest—, aprovechan para visitar el estadio. «El FC Bayern —dice Hans Huber padre— te marca».

Franz Beckenbauer solía entrar por la puerta trasera, Pelé estuvo allí, y también muchos jugadores del Bayern de los años 70, 80 y 90. Durante una gira de amistosos por Estados Unidos, el equipo de Klaus Augenthaler llegó a llenar el local por completo, entre dirndls y cornamentas colgadas en las paredes. Cada sala tiene su propio tema, siempre con algún guiño a Alemania. «Aquel día lo dieron todo», recuerda Hans hijo: 45 filetes chispeando en la parrilla. Cuando Rob y Claudia conocen a gente nueva —en el trabajo, en el vecindario, venga de donde venga—, siempre los llevan al «Ambry» para presentarles la cultura alemana y porque, como dicen, «es nuestro lugar». «Aquí se trata de comunidad, de compartir la misma forma de ver la vida. Y nos gusta el Bayern».

© Imago

Por siempre FCB — también al otro lado del océano

A través del fútbol se ha formado una comunidad, dice Rob, que aún recuerda bien cómo eran las cosas en su adolescencia: «Aquí no existía el “soccer”. Gerd Müller y los Fort Lauderdale Strikers pusieron algo en marcha, y desde que Lionel Messi juega en Miami, la atención ha aumentado otro 100 %». Ahora mira con expectación hacia el Mundial de 2026 en Estados Unidos, Canadá y México: «El fútbol tiene aquí un mercado enorme por delante —y el FC Bayern ya tiene nombre propio. Quien sabe de fútbol, conoce al Bayern. El Bayern es una potencia, y creo que es incluso más conocido que la selección alemana».

¿Cómo ven los emigrantes alemanes el fútbol en Estados Unidos? ¿Tiene futuro? Hans hijo tiene sentimientos encontrados. Los estadounidenses están centrados en sus cuatro grandes deportes —fútbol americano, baloncesto, béisbol y hockey sobre hielo—, y el espectáculo es parte esencial de todos ellos. Eso hace que el fútbol lo tenga difícil, aunque no significa que esté condenado a un papel secundario. Cuando hace unos años el Bayern visitó Houston en la «Audi Summer Tour» para enfrentarse al Real Madrid, Hans viajó a Texas para ver el partido. «Los españoles tienen una afición enorme entre los latinos apasionados por el fútbol, pero alrededor del 40 % del estadio vestía camisetas del Bayern», cuenta. «Había muchos estadounidenses también. Desde Alemania, el Bayern es el primer y único club que la gente conoce. Con clubes como el Leverkusen, aquí nadie sabe de qué les hablas».

Gerd Müller también fue una gran estrella en Estados Unidos. Tras un partido, repartía autógrafos entre los aficionados. | © Imago

En el «Ambry» están más que satisfechos con su club. «El equipo, en general, está muy bien», dice Hans Huber padre. «Lo importante es que los jugadores se identifiquen con el club», añade su hijo, y considera que, incluso tras la marcha de Thomas Müller, aún hay varios que lo hacen: Joshua Kimmich, Manuel Neuer o, por ejemplo, Phonzy Davies. Con Thomas Tuchel nunca estuvieron del todo contentos en el «Ambry», pero Vincent Kompany, dicen, lo está haciendo muy bien. En general, los Huber defienden la idea de que «los futbolistas no son científicos, así que tampoco necesitan entrenadores con portátiles». «Hace falta corazón para emocionar a la gente», opina Rob, mientras Claudia asiente y añade: «Mira a Manuel Neuer: el capitán, el mejor portero del mundo. Es como esculpido en piedra, pura perfección. Solo puedes pensar: ¡wow!».

En el próximo partido de Champions League volverán a reunirse a puerta cerrada frente al televisor en el «Ambry». En la pared del restaurante, decenas de fotos de Gerd Müller; en la pantalla, Harry Kane al ataque: pasado y presente siempre a la vista. Y quien conoce el código de los golpes, puede entrar. Incluso aquí, en Estados Unidos en 2025, sigue vigente aquella vieja sabiduría muniquesa de los tiempos de Gerd Müller: In is’, wer drin is’está dentro quien está dentro.

El texto se publicó en la edición de noviembre de la revista para socios del FC Bayern, «51».

Comparte este artículo

Noticias relacionadas